¿Qué sería de nuestra tierra sin las hermandades? - Articulo de Opinión de Alejandro Postigo

  


En estos últimos días del inicio del curso cofrade he estado reflexionando sobre los últimos tiempos que corren en la ciudad y en el mundo cofrade, cada vez que he estado hablando con alguien me han comentado las dificultades que tienen nuestras cofradías con ciertas personas u organismos a la hora de su hacer y he tenido casos bastante particulares, en el que claramente hay un ataque o desidia contra nuestras cofradías que me han llevado a escribir sobre ello.

El primer momento que me pareció cuanto menos singular fue en la eucaristía del primer sábado de septiembre en la parroquia del pueblo de mis abuelos, Benaque, allí sale la patrona, la Virgen del Rosario, hermandad hemanada con el Rosario del Perchel y nos acompañan anualmente con su coro en la eucaristía, el párroco, abiertamente en el micro mandó a callar al coro, bajo el perplejo de todo el pueblo allí congregado, otro momento fue cuando con muy malas formas el párroco no dejo a la hermana mayor a pronunciar las ofrendas o cuando pidió a mi tia, ex hermana mayor y actual cargo de junta de la hermandad que le entregase la canastilla de forma “rápida” que se tenía que ir y la había dejado en el altar, a lo que muchos pensamos que estando en un pueblo tan pequeño y del cual nos conocemos todos, no era peligro dicho dinero, la sorpresa final vino cuando el párroco sorprendido al ver la enorme cantidad de fieles asistiendo a la misa nos indico que deberíamos asistir más a menudo a la misa semanal, misa semanal que solo es presenciada por 5 o 10 personas a diferencia de las más de 200 que podría tener dicho sábado, el pueblo murmullo respondió que con sus formas, demasiada gente iba cada semana. Este suceso no se ha quedado aislado durante estos días, ni tampoco es caso de parroquias alejadas de la ciudad, en una de las principales parroquias de la ciudad, este fin de semana, el sacristán no ha abierto la puerta de la Iglesia a una hermandad histórica de nuestra ciudad, no abrió los baños al grupo humano que cuidaba a la Virgen en su besamanos, incluso cuando estos necesitaban de ir, no dejaba encender un foco para iluminar a su Dolorosa. Otro hecho curioso ha sido cuando hermandades nos comentan las dificultades encontradas con su párroco para guardar los miles de flores de papel que se han realizado para un hecho muy singular y único. Encontronazos con la propia curia de la ciudad a la hora de celebrar ciertos actos importantes que han tenido lugar estos días en el templo principal de la ciudad, o incluso feligresas que tienen miedo a que una cofradía entre en la parroquia del barrio, lo que me lleva a preguntar ¿Tan malos somos los cofrades? ¿Qué hemos hecho para tener esta división? ¿No deberíamos remar todos a una en un momento tan delicado para la Iglesia? Y si, es cierto, depende del lugar las hermandades no son el centro de la vida católica, obviamente en lugares centricas las hermandades hacen una labor diocesana espectacular, pero en zonas donde aún sigue viviendo gente, las hermandades no son las que llenan las Iglesias, pero aún así eso no debe significar que la Iglesia y las hermandades deban llevarse mal y sentirse que son polos opuestos, es más todo lo contrario, recuerdo que la Iglesia “creó” a las hermandades para “teatralizar” y evangelizar al pueblo, mientras que las hermandades deben saber que son parte de la Iglesia y como tal deben actuar. Más allá de la Iglesia, hay otras partes que tampoco son “amigos” de las hermandades, el propio ayuntamiento y sus incongruencias, no hay que olvidarse que somos la única ciudad de las grandes capitales donde el ayuntamiento nos ha denegado pasar por ciertas calles y es que da la sensación que la relación entre cofradías y ayuntamiento no es la mejor de todas, lógicamente la relación de la agrupación debe ser complicada, al ser la voluntad de las cofradías pero a la vez no quieran crear conflictos con el organismo oficial, organismo que impone ciertas obligaciones curiosas, como la retirada de parte de la subvención si no se publica en ciertas redes de dicha subvención. Luego están los problemas de otros organismos que depende del propio ayuntamiento, como cuando indican que el personal encargado de jardines no puede podar cierto árbol para pasar por alguna calle o cuando la policía es la que indica a las cofradías que ¿Para que van a pasar por allí si es más rápido pasar por otra calle? Pues mire usted, porque me da la gana o cuando indican a cierta cofradía a encerrarse a tal hora. ¿No debería la policía facilitar el recorrido de las cofradías? Entonces ¿A que se debe que sean ellos los que indiquen ciertas cosas?. Es cierto que personalmente estoy en contra de las extraordinarias que pueblan nuestro calendario, que nos hacen ser extremadamente cansinos y a muchos agotan antes incluso de llegar a lo realmente importante que es el periodo de cuaresma y Semana Santa, pero otra muy diferente es ver esta “guerra” que se ha creado innecesariamente con nuestras hermandades, se plantean incluso temas como cobrar los costes de dicha salida o incluso tasas en otras ciudades como Sevilla, como si la salida procesional de nuestras hermandades no repercutiese de forma indirecta en las arcas municipales, muchas de ellas en zonas alejadas de las zonas habituales, lo que repercute en los negocios de siempre y en las familias de la ciudad, que tienen un pequeño negocio. Por no hablar de la labor cultural que hacen las cofradías, ¿Quien de nosotros iría de forma anual a pueblos como Alhaurín el Grande, Cantillana o Almonte? Si no fuese por las hermandades de dichas localidades. ¿Que sería de algunas tradiciones sin las hermandades? Se me vienen a la cabeza la organización de la cabalgata de reyes, la ruta de belenes, muchas visitas el día del turismo o la noche en blanco. ¿Que hubiese sido de zonas enteras si no fuese por la recuperación que han hecho las hermandades? Zonas como la Plaza de Camas, zona de Pozos Dulces, barrios enteros que tienen vida gracias a muchas cofradías como los barrios del Perchel o la Trinidad, ¿Qué sería de nuestra tierra sin las hermandades?. En definitiva y en conclusión, creo firmemente que el principal enemigo del cofrade es el propio cofrade, jamás nada nos ha parado, ni la desamortización cuando eramos conventuales, ni la quema de conventos cuando estábamos arrancando, ni ahora esto, por eso no debemos destruirnos entre nosotros, debemos intentar cooperar entre nosotros y no ignorarnos o creernos más que otros, siendo al final todos lo mismo, devotos de Cristo y la Virgen, intentando dar testimonio de Dios. Tampoco debemos ser tontos, debemos estar unidos y volver a traer el espíritu que D.Alberto Torres de Navarra, uno de los principales promotores de la Agrupación que pensaba que había que gestionar el mayor beneficio por igual. 

 

Escrito por Alejandro Postigo

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