La Cabeza del Bautista - Mi sábado santo

 MI SÁBADO SANTO



Entre los mentideros cofrades se lleva el “culo veo, culo deseo”, que nos repetían inocentemente de pequeños y que, al igual que “cuando seas padre, comerás huevos”, no se oye con los mismos oídos unos años después. Como la mayoría carece de originalidad, lo más socorrido es tirar para Sevilla el único día que Málaga no tiene procesiones y copiar, como siempre, a la ciudad de la Giralda (que no Guadalquivir, porque también está Córdoba). Quienes hemos tenido la oportunidad de disfrutar una Semana Santa completa en la ciudad de Almutamid sabemos que si en algo podemos sacar pecho en Málaga es que la Semana Santa, en comparación con la sevillana, es, en cierto modo, más cronológica. Allí hemos de decir que todos los días tienen mayor contraste que en Málaga, por la existencia de al menos una o dos hermandades ‘de silencio’ cada día, pero todos los días son muy similares. 

Aquí no. Aquí tenemos cinco días muy ‘alegres’ hasta que llega el Viernes Santo y se hace el milagro que los ‘místicos’ o ‘rancios’ llevamos esperando un año, además, en un orden prácticamente cronológico: desde que Cristo muere en la cruz hasta que está enterrado, pasando por la Soledad de María, coincidiendo temporalmente, además, con las horas en que debió de suceder hace 2000 años, a partir de la hora nona. Los Viernes Santos que he pasado en Sevilla, tras la explosión de la madrugada y la apoteosis del mediodía, transcurren como un día más, con unas hermandades ‘de barrio’ y otras ‘de silencio’ (la manía de la estandarización), hasta que cuando se recoge la última procesión piensas ‘¿dónde está el Sepulcro?’. En Málaga, el Viernes Santo es redondo: al César, lo que es del César. Asumámoslo. Queda una sensación de perfección que no necesita de un día más de procesiones y convierte el sábado en una ‘jornada de reflexión’ a la espera de la resurrección que, recordémoslo, fue lo que pasó hace 2000 años: una vigilia de 24 horas.

Por eso, no me gustaría romper el equilibrio del Viernes Santo haciendo que la mitad del día migrase al Sábado Santo, ni abriendo, cual cajón de sastre, una jornada de desahogo donde se incluyeran todas las nuevas que quisieran entrar o todas las antiguas que estuviesen a disgusto. En caso de abrirse y, si yo fuera una prohermandad, me iría preparando para una jornada totalmente simbólica y basada en la Soledad de María, sin ‘misterios’ con cornetas, palios castizos ni plumas de romanos (con una excepción), y sin más fuentes que nuestra historia y la simbología universal:

-Llaga en el Hombro: Una Sacra Conversación y un Cristo en el plano simbólico que, incluso con la imagen de Dueñas (algún día lo reivindicaré), es un ejemplo de originalidad y estudio de nuestra historia (o la vecina Antequera, que a fin de cuentas es la Málaga del XVIII cristalizada). Esperemos que conserve esos atisbos del estilo del ‘Trecento’ en su palio definitivo.

-Desamparados: ¿No se habló de un futuro Varón de Dolores? Pues este es su día. De nuevo, una imagen en el plano de lo simbólico y una Virgen implorante (ojalá con un carrete, un templete, un trono sin palio o un palio realmente original) en un cortejo cuya sobriedad apasiona.

-Clemencia (ex-Mutilado). Realmente, no lo veo en este día, pero ya que parece que lo van a solicitar, ¿por qué no una representación del eclipse y el terremoto que hubo a la muerte de Cristo, con un velo colgando de la cruz como ‘el Cristo’ de Jerez de la Frontera o el Remedio de Ánimas de Córdoba? Y para la Virgen, el templete que un amigo ha abocetado y ojalá se materialice. Premiemos la originalidad, en lugar de los nombres trillados que demasiadas veces no aportan nada.

-Santa Cruz: Sí, sé que es una leyenda urbana que tuviera en sus estatutos salir el Sábado Santo, pero es lo que ‘le pega’, con una Soledad al pie de la cruz vacía. Y ese Cristo de la Victoria, con esa advocación, invita a un triunfo de la Santa Cruz sobre la muerte y el pecado. ¿Qué tal un dragón o serpiente con una manzana en la boca, una bola del mundo, etc. y sobre ese conjunto la imagen de Leal? ¿Recogerán el guante en la hermandad?

-Las Lanzas. Su origen está en una filial de las Angustias y el Santo Entierro y el nombre original de la Virgen era ‘del Triunfo sobre la Muerte y Amor Divino’. ¿Por qué no abandonar el Ecce Homo que tenían pensado y hacer una procesión de soldados romanos (para que no se queden los seguidores de plumas sin su ración de penachos blancos) custodiando un Yacente portado en una especie de camilla o parihuelas, al estilo de la Hermandad de San Jerónimo de Granada (la de las Chías), simulando, en vivo, el traslado al sepulcro? Y esa Virgen, con ese rostro implorante y ajado, con esa cruceta tan sobria, está pidiendo un Sábado Santo.

-Angustias. ¿Por qué no recuperar la poderosa hermandad de la Virgen de las Angustias de San Agustín con su Santo Entierro dieciochesco de Fernando Ortiz (del que se conserva la mascarilla) y recrear la urna como se conserva en los documentos?

-Dulce Resignación. Los ‘Servitas’ del día. Desde que se creó, admiro sus ideas claras, su buen hacer y su buen gusto. Una muestra de que no hace falta copiar de fuera para hacer algo bueno.

Y así, como quien no quiere la cosa, siete hermandades para una jornada hasta ahora vacía, sin destrozar ningún día previo ni hacer ‘un día más’ indistinto de los días previos, ni imitar a Sevilla (me veo a alguno copiando incluso el Sagrado Decreto). Del total, seis hermandades nuevas y una que dejaría un hueco libre el Jueves Santo, hueco que podría cubrir la Clemencia, volviendo así a su día tradicional, y dejando definitivamente en seis las hermandades del Sábado Santo. Sería, en definitiva, una jornada que mantendría el carácter del Viernes Santo y ejercería de reflexión, vigilia y puente hacia el Domingo de Resurrección, que es lo que, en definitiva, debe ser el Sábado Santo, y no una sucesión inconexa de hermandades

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